La obesidad: un factor de riesgo cardiovascular independiente.

El concepto de estar "metabólicamente sano" en una persona con obesidad sin otros factores de riesgo enfermedad cardiovascular, como dislipidemia, hipertensión o diabetes mellitus tipo 2, es difícil de aceptar ya que existen otros factores menos visibles, desde un punto de vista clínico, como los inflamatorios y proinflamatorios que son los que verdaderamente elevan el riesgo cardiovascular en el obeso. Este aumento del riesgo se debe a las citocinas inflamatorias como interleucina 6 (IL-6) producidas por el exceso de tejido adiposo siempre presente en el paciente obeso. Las citocinas, a su vez, aumentan la producción de proteína C reactiva hepática, responsable del mayor riesgo cardiovascular en las personas con obesidad. Se ha demostrado que una pérdida de peso del 10 % o superior reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular en el obeso.
La Sociedad Europea de Cardiología (SEC) recomienda no solo tratar de prevenir la obesidad, en primer lugar, sino también tratar de conseguir el mejor estado vascular general para tener bajo control la presión arterial, la dislipidemia y prevenir la diabetes. Además de las reconocidas recomendaciones de seguir una dieta adecuada y practicar ejercicio físico regularmente, las directrices de la SEC recomiendan en los casos graves y resistentes considerar la cirugía bariátrica en los obesos de alto riesgo. 
Asistimos actualmente a una epidemia de obesidad que está haciendo aumentar las tasas de diabetes mellitus y de enfermedad cardiovascular (angina, infarto, hipertensión, ictus, insuficiencia cardiaca, arritmias graves, etc.) por lo que es esencial para el médico y para la sociedad, en general, que la obesidad no es solo un problema estético sino una enfermedad que disminuye la cantidad y la calidad de vida.
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