Probióticos orales y tópicos como tratamiento del acné
El acné vulgar es una enfermedad caracterizada por erupciones cutáneas como comedones, pústulas, pápulas y quistes. Los factores que provocan esta enfermedad pueden ser la colonización bacteriana, el aumento de la producción de sebo y la queratinización anormal de los canales sebáceos.
El acné se ha tratado de múltiples formas, dependiendo del tipo de lesiones. Los agentes tópicos son los más utilizados. Incluyen queratolíticos, alfa-hidroxiácidos, peróxido de benzoilo, análogos de retinoides, ácido azelaico y antibióticos tópicos. En pacientes con lesiones refractarias a la terapia tópica o aquellos con enfermedad más grave o extensa, los
antibióticos orales e isotretinoína pueden tener efectos benéficiosos en el control de cutibacterium acnes, disminución en la inflamación y la reducción de la producción de sebo. Es importante recordar que el uso conjunto de tetraciclinas e isotretinoína puede elevar el riesgo de presentar hipertensión craneal idiopática.
La patogenia del acné es compleja y multifactorial e involucra factores genéticos, metabólicos y hormonales en los que están implicados tanto la microbiota de la piel como la intestinal. La piel es una barrera de primera línea contra el ambiente externo e interactúa continuamente con él. Se estima que existen aproximadamente 1012 bacterias en la piel, frente a las 1014 de la microbiota intestinal.[5]
En el eje intestino-piel, la microbiota intestinal modula la funcionalidad y composición del sistema inmune innato/adaptativo, este hecho explica por qué algunas enfermedades de la piel tienen comorbilidades intestinales, y sugiere que existe un vínculo entre la presencia de disbiosis intestinal y el desequilibrio de la homeostasis de la piel.
Acné y microbiota intestinal
La microbiota intestinal tiene una gran importancia en la formación de lesiones del acné. El acné y la condición del tracto digestivo están asociados con la calidad del microbioma que habita en los intestinos.
La dieta occidental altera el equilibrio entre los microorganismos beneficiosos y los patógenos, lo que contribuye a la inflamación.
Una posible influencia de la microbiota intestinal en el acné puede ser por una interacción con la vía mTOR. El mTOR es un regulador sensible a nutrientes que participa en procesos de crecimiento y diferenciación celular en la piel, siendo clave en la homeostasis y en la formación de una barrera epidérmica adecuada.[13]
Estudios en ratones han demostrado que al causar intolerancia a la glucosa y obesidad a través de una dieta con alta carga glucémica que modificaba la actividad de mTOR, se relacionaba con cambios específicos en la composición de la microbiota intestinal que se evidenciaban de manera inversa al administrar el antioxidante resveratrol (inhibidor específico del complejo 1 mTOR). Estos estudios asociaron la vía mTOR con los efectos de la dieta, la microbiota intestinal y la patogénesis del acnè.
El primer estudio de mayor calibre que encontró diferencias en la microbiota intestinal de pacientes con acné utilizando técnicas de cultivo microbiológico fue el de Volkova y colaboradores en el 2001 donde se estudiaron 114 pacientes con acné presentando el 54% de ellos disbiosis intestinal.
Acné y probióticos
El primer ensayo clínico con probióticos en pacientes con acné fue realizado por R. Siver en
1961. Se administró una mezcla de Lactobacillus acidophilus y Lactobacillus bulgaricus por vía oral a 300 pacientes con acné durante 8 días, seguido de 2 semanas de lavado y luego 2 semanas más de tratamiento. Se observaron diferentes grados de mejoría clínica en 80% de los pacientes con acné, siendo esta intervención más efectiva en los casos de acné inflamatorio. Otros estudios han demostrado que una mezcla de probióticos más minociclina tienen una eficacia significativamente mayor que cuando sólo se administran probióticos.
Probióticos tópicos
No solo se han considerado los probióticos administrados por vía oral, sino también los probióticos tópicos para enfermedades de la piel, y especialmente para el acné. El tratamiento con probióticos tópicos se considera seguro y sin efectos adversos, especialmente cuando se compara con la terapia estándar, que en ocasiones puede ser más agresiva. No obstante, la evidencia de los efectos potencialmente beneficiosos de los probióticos orales es mayor. Los
probióticos administrados por vía oral ejercerían sus funciones beneficiosas a través de la modulación de la microbiota intestinal, generando una respuesta antiinflamatoria,
restaurando la integridad intestinal a través de vías metabólicas que involucran al IGF-1. Los probióticos tópicos parecen producir sus efectos a través de la inhibición del crecimiento del Cultibacterium acnes en la unidad pilosebácea.